jueves, 4 de febrero de 2010

El Matrimonio del Cielo y del Infierno

William Blake es considerado como un artista integral porque conjuga la poesía con la escritura acompañada de ilustraciones iluminadas (utilizando materiales como planchas de cobres, ácidos, plumas, cepillos y acabados de pinturas a base de agua) que amplían el conocimiento, es como si fuese un esfuerzo espiritual unificado. La inspiración espiritual de Blake quizás la obtuvo cuando presenció a seres sobrenaturales. Se dice que cuando era niño vio un árbol lleno de ángeles colmado con destellos, como estrellas en cada rama. En otra ocasión cuando observaba a los segadores trabajando, identificó figuras angelicales caminando entre ellos, hay relatos de otras escenas en donde él percibe la cabeza de Dios en una ventana y una procesión de monjes espirituales que caminaban bajo un sonido litúrgico y una coral celestial.

El Matrimonio del Cielo y del Infierno es un texto en prosa que se basa en la idea de los contrarios o dualidad, es decir, cielo e infierno. William Blake fue influenciado a temprana edad por la Biblia y al crecer sintió una fuerte inspiración por ella para el desarrollo de sus obras. Algunas fuentes indican que la familia del poeta pertenecía a una secta religiosa denominada Dissenters, en la cual creían en el cristianismo católico con ciertos matices de protestantes porque para la época aborrecían la esclavitud y auspiciaban la igualdad social y racial, noción del humanismo universal.

La dualidad existente en el poema objeto de ensayo se puede evidenciar en el propio concepto de cielo e infierno. El término hebreo scha·má·yim (siempre en plural), que se traduce cielo, parece designar en su sentido básico lo que es alto o encumbrado. La etimología de la palabra griega para cielo (ou·ra·nós) es incierta. En el lenguaje original el término cielo abarca el ámbito completo de los cielos físicos, y el contexto por lo general ayuda a precisar su significado. Por otro lado, La Collier’s Encyclopedia (1986) dice con respecto al infierno que Primero representa al Seol hebreo del Antiguo Testamento y al Hades griego de la Septuaginta y del Nuevo Testamento. Puesto que el Seol de los tiempos veterotestamentarios se refería simplemente a la morada de los muertos sin indicar distinciones morales, la palabra infierno, según se entiende hoy día, no es una traducción idónea. Sin embargo, en la cultura occidental siempre se asocia infierno con sufrimiento en llamas como castigo de una vida pagana.

En el poema se evidencia claramente que sin contrarios no hay progreso y que necesariamente se requiere de la dualidad, es como el matrimonio. La dualidad del matrimonio es el principio por el que la institución está prevista, en principio, para unir a dos personas y vincularlas para su convivencia y procreación. Es decir que para Blake el cielo (el bien) y el infierno (el mal) necesariamente tienen que convivir. Con ello logra fusionar el amor con el odio y la bondad con el vicio como si fuese los motores de la propia existencia, es como la combinación perfecta de ingredientes que conduce finalmente a la unidad.

Para William Blake, en el principio existía el caos, origen aparente de la humanidad, pues los hombres justos caminaban bajo el sendero de la muerte. Luego en ese peligroso sendero plantaron árboles para ocultar la verdad y para que la humanidad buscara deidades y las asignara a la aparente protección de las ciudades en la naturaleza, de allí que empezara un nuevo cielo. El Mesías o Satanás había caído y construyó, un cielo con lo que le robó al abismo. Hizo que la humanidad percibiera la energía bajo los cinco sentidos y bajo la concepción del mal para que “todo lo creíble fuera una imagen de la verdad”, la cuál ha sido proyectada de generación en generación. Para Blake todo aquello que nos parece finito y corrompido aparecerá infinito y puro. Se abrirán los nuevos rollos, Biblia del infierno que todos poseerán. Se hará desaparecer las superficies aparentes que en inicio se colocaron en el firmamento y la humanidad conocerá el infierno que le tenían oculto. Como dice Isaías: “mis sentidos descubrirán el infinito en cada cosa”. La humanidad hoy día busca este destino, alrededor se observan muertes impactantes, fenómenos naturales causados por el hombre, guerras, angustias, anarquía y desafuero, es como si Blake predijera en sus escritos lo que sucedería en un futuro: “Si las ventanas de la percepción estuviesen limpias, cada cosa aparecería al hombre como es, infinita”.

Se pudiera decir entonces que Blake realizó con la obra una especie de escrito profético que reflejaba ampliamente su mitología personal y que esconde sus preocupaciones sociales. Llama la atención que muchos historiadores señalan que durante la vida de Blake existían acontecimientos políticos y sociales que lo impulsaron a disimular su idealismo y transformarlos en alegorías místicas que de alguna manera declarara sus protestas.

Precisamente el argumento de El Matrimonio del Cielo y del infierno comienza con la invocación de Rintrah, como muestra de la personificación de la ira revolucionaria o espíritu de rebelión. Señala también que sin contrarios no hay progreso. Atracción y repulsión, razón y energía, amor y odio son necesarios a la existencia humana. Es dualidad, bien (cielo) como elemento pasivo sumiso a la razón y, mal (infierno) como activo que brota la energía.

En la Voz del Diablo se vuelve a mostrar los contrarios sagrados de la Biblia y se asume verdades nuevas, por ejemplo si se muestra que en principio el hombre estaba compuesto de alma y espíritu, ahora la verdad es que el hombre no tiene otro cuerpo distinto al de su alma. Este punto indica que William Blake ya no creía en los ideales religiosos de la sociedad y decidió crear su propio sistema y no dejarse esclavizar. Pero a pesar de originar su propio sistema de creencias –por así decirlo- no deja de imitar discursos bíblicos, de hecho los utilizaba para identificar y señalar las controversias, estos casos se observan cuando menciona que “Jehová de la Biblia no es sino aquel que vive entre llamas” o cuando argumenta que “a la razón le parece que el deseo ha sido expulsado”.
Para Blake los sentidos proyectan energías y en la visión memorable da entender que así como existe una sabiduría divina también la naturaleza muestra una sabiduría infernal con sus proverbios que dan mucho que decir. Uno de ellos menciona que “La Prudencia es una vieja solterona rica y fea cortejada por la incapacidad” y otros como:

· “Si el necio persistiera en su necedad se volvería sabio”
· “La alegría, fecunda; el dolor da a luz”
· “Las plegarias no aran; las alabanzas no maduran”
· “Las alegrías no ríen. Las tristezas no lloran”
· “Antes asesina a un niño en su cuna que nutras deseos que no ejecutes”

Como se puede observar, la obra asimila el estilo de los textos bíblicos para proclamar ideas que son perturbaciones por su contenido, pero que no dejan de ser bellas por su forma.

Se ha considerado que la obra El Matrimonio del Cielo y del Infierno “es una caótica orgía de visiones debatiendo sobre la lucha de contrarios, como si se descubriera el humor en los sabios y la adivinación en los extáticos”. Esto se demuestra en la creencia que los dioses son seres invisibles que habitan en un lugar supremo a lo que el contrario de Blake dice “que todas las deidades residen en el corazón” falacia que no se puede refutar porque nadie ha comprobado lo contrario.

En la obra también se evidencia que Blake rechazaba las restricciones del Dios del antiguo testamento (Jehová) y que veía en Jesucristo del nuevo testamento como una figura positiva. De allí que Jesucristo fuera percibido en la obra como aquella energía que separaría la fuente que destruyera a la existencia, es decir, El Salvador. Ya no sería necesario entonces “maldecir por el amor de Dios” y se llegaría a cumplir “El deseo de elevar a los demás hasta la percepción del infinito.” Pues el contrario es que "Dios no existe ni obra sino en los seres existentes, en los hombres”, y el hombre más grande era Jesucristo. Esto hace pensar en las escenas donde William Blake visitó el infierno y el cielo.

En el infierno percibió la forma ordenada en que se transmitía el conocimiento a través de bibliotecas custodiadas pero lo más curioso es que percibió la luz del sol negro, lo cual representa el fin de la oscuridad y el inicio de una vida espiritual y su desarrollo hasta la percepción más elevada. Este símbolo muestra igualmente el espíritu puro, perfecto, que contiene el centro y personifica la fuerza y el cuerpo en estado de germen. Es la estampa del absoluto manifestado, incita a la unidad de conciencia del impulso vital.

Por otro lado, en el cielo, llegó a Saturno símbolo que representa a la misma humanidad, de cómo asume la disciplina, las normas, deberes y responsabilidades, representa temores y lo que se debe aprender de ellos. Saturno, sin duda, es la personificación de la ley, disciplina, trabajo y perseverancia así como de estabilidad, madurez y limitación, pero también simboliza a la codicia, la soledad radical y de cómo se cristalizan los objetivos después de la demora.

William Blake observó las características de ambos sitios, y al final llegó a la conclusión de que era necesaria la justicia social, independientemente de qué sitio era más bello. En la obra las nupcias entre el bien y el mal fecundaba la justicia, justicia como bien común e imparcialidad ya que “una misma ley para el León y el Buey es opresión”. El verdadero matrimonio de la dualidad consiste en identificar que se es diferente y que en base a esas diferencias hay que establecer el respeto como equilibrio natural de las cosas.

Se concluye que cielo e infierno son dos caras de la misma moneda o los principales estados emocionales del hombre. El cielo representa la calma mental, saber quién se es y a dónde se va. Por su parte, el infierno son las verdades dolorosas, el apego, las dudas y los temores. Ambos necesarios para la existencia.



Fuentes Consultadas

Guía de Simbología Astrológica (I): Los Planetas.

Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania (1991). Perspicacia para Comprender las Escrituras. New York: Editorial Watchtower.

William Blake (1790-1793). El Matrimonio del Cielo y del Infierno. Ediciones elaleph.com año 2000.


Páginas Web:

http://es.wikipedia.org/wiki/William_Blake

http://amediavoz.com/blake.htm

http://www.epdlp.com/escritor.php?id=1475

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